La Historia Viva de Puerto Bonito: Un Legado Centenario en los Fiordos de Aysén

Por Javier Uribe C.

En las profundidades de los majestuosos fiordos de la región de Aysén, la historia de Puerto Bonito se entrelaza con la vida y las experiencias de los valientes colonos que forjaron su hogar en este rincón remoto de la Patagonia chilena.

El primer colono en establecerse en estas tierras fue Teodoro Reyes Godoy, quien llegó a Puerto Bonito en la década de 1960 con la promesa de un futuro lleno de posibilidades. Junto a su esposa, Teodoro crió a sus siete hijos en este paraíso natural, donde la conexión con la tierra y la comunidad era primordial. La casa que construyó Don Teodoro sigue en pie hasta el día de hoy, testigo silencioso de las generaciones que han pasado por sus puertas.

Aunque quedan pocos colonos en este sector del fiordo, los hijos de Teodoro continúan visitando el lugar donde pasaron su infancia, llevando consigo a sus propios hijos y nietos para compartir las historias y los recuerdos de sus raíces. Cada año, la familia se reúne en Puerto Bonito durante semanas o incluso meses, reviviendo la tradición y la conexión con la tierra que los vio crecer.

Las actividades principales de los colonos de Puerto Bonito incluían la extracción de algas, la tala de leña y la ganadería, que intercambiaban con sus vecinos más cercanos en tiempos en los que las comunicaciones eran precarias y las embarcaciones eran simples y rústicas, impulsadas por remos y velas.

Durante una reciente excursión a Puerto Bonito, nuestro equipo tuvo el privilegio de sumergirse en la rica historia y las experiencias de los colonos que una vez llamaron hogar a este paraíso en los fiordos de Aysén. En particular, tuvimos el honor de conocer a Don Samuel, hijo de Teodoro Reyes Godoy, el primer colono de estas tierras.

Don Samuel compartió con nosotros los recuerdos de su infancia en Puerto Bonito, incluida una anécdota memorable que ilustra los desafíos que enfrentaron los primeros colonos. «Cuando mis padres llegaron aquí, no tenían idea de lo pronunciadas que eran las mareas en los fiordos», nos contó Don Samuel. «Dejaron todos nuestros víveres en la playa al llegar, pero al día siguiente nos encontramos con la sorpresa de que todo había sido arrastrado por la marea. Algunos víveres se perdieron en la bahía, mientras que otros fueron rescatados. Fue una bienvenida abrupta que les hizo darse cuenta de que colonizar este lugar no iba a ser fácil».

La conexión con la tierra y el mar era fundamental para la vida de los colonos de Puerto Bonito. A través de la pesca y la recolección de mariscos, no solo satisfacían sus necesidades alimenticias, sino que también fortalecían los lazos familiares y comunitarios que los unían en este lugar remoto.

Además, durante nuestra excursión, tuvimos la oportunidad de recorrer los alrededores de Puerto Bonito con Don Samuel como nuestro guía experto. Nos llevó a Punta Pescadores, donde pasamos una agradable tarde de pesca y disfrutamos de una deliciosa comida al más puro estilo patagónico, con pescado frito fresco.

Embarcamos desde Puerto Aysén en «Aguas Muertas» para comenzar nuestra aventura, luego nos unimos a una lancha municipal donde compartimos historias y experiencias con otros colonos de los fiordos. La ida fue tranquila, con paisajes impresionantes y el aroma reconfortante de la yerba mate. Sin embargo, el regreso fue un poco más movido, ya que viajábamos cargados con al menos 15 personas y alrededor de 30 vacunos listos para ser vendidos en Coyhaique. Debido a las condiciones climáticas, nos vimos obligados a fondearnos en el Fiordo de Quitralco durante una noche adicional, pero valió la pena. Fuimos recompensados con un amanecer espectacular que nos recordó la belleza y la grandeza de la naturaleza.

La visita a Puerto Bonito nos recordó la importancia de preservar y honrar la historia de aquellos que vinieron antes que nosotros. La herencia de los colonos, su resiliencia y su profundo amor por la tierra, continúan viviendo en cada rincón de este lugar, inspirando a las generaciones futuras a valorar y proteger la belleza natural que nos rodea.

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